Hablamos de tradiciones
Esta forma que ha inventado la humanidad de establecer ciclos que acompañan la vida, como un perro amistoso que camina al lado tuyo.
Quiubole, ¿cómo andan las cosas?
Viene Navidad y la acumulación de tradiciones en los distintos países, zonas, grupos e incluso personas, es abrumadora. No solo las de esta temporada, sino en general esta forma que ha inventado la humanidad de establecer ciclos que acompañan la vida, como un perro amistoso que camina al lado tuyo.
Un casamiento en el océano Índico
Mi amigo Michel estaba muy enamorado de Clara, quien se volvería después una entrañable amiga también. Nos conocimos en Antananarivo, hace ya muchos años. Por las vueltas de la vida, en pocos meses él se tenía que ir de Madagascar para Haití, así que decidieron casarse e irse juntos.
Pero claro, casarse en cada cultura puede ser similar o radicalmente distinto, así que el amigo decidió informarse bien. Le dijeron que tenía que llevar productos de primera necesidad y peregrinar por las familias y personas que perderían algo al irse su amada pariente o amiga. Para resarcirlos, uno o muchos presentes estarían bien. Michel iba cargado de velas, aceite, sal, azúcar y jabón. Suficiente para obtener el “visado” y dejar al pueblo y a la familia tranquila.
Clara cuenta que cuando llegó, ella estaba en medio de una multitud bailando con su primo. Su primo que estaba muerto. Es costumbre en Madagascar sacar los huesos de los seres queridos y festejar con ellos. Ella bailaba muy entusiasmada en la batahola de personas y huesos danzantes, cuando se dio cuenta de que todo el mundo estaba detenido, como congelados mirando hacia el lado contrario, a sus espaldas. Ahí apareció el gigante blanco, en un carro de misión internacional, en medio de una población muy bajita. Venía a pedir su mano. Distribuyó todos los enseres, pronto se casaron y se fueron a vivir a Haití.
Navidad con arbolitos de itabo y ramas secas
Cuando estábamos creciendo, en Puriscal, la tradición más importante era la navidad y sus alrededores. Si bien los elementos esenciales se mantienen: árbol, luces, regalos; las formas han cambiado y algunas de ellas se han perdido.
En mi casa, en los primeros años, el árbol de navidad no era de pino ni de ciprés. Hubo dos versiones, que eran las más comunes: una mata de flor de itabo, con sus hojas verdes y puntiagudas. En esas puntas se ponían las bombitas de colores y las luces. La otra versión era una simple rama seca, de algún árbol de por ahí, incluso de café. Se pintaban de blanco con cal y era una imagen preciosa, cuando reflejaba los abalorios y las luces.
Hoy creo que no se usa más esta costumbre en Costa Rica. Ahora estamos llenos de cipreses y pinos, la mayoría de las veces de plástico.
Celebrando el cumpleaños: vestirse de la misma forma
Benin es un país de muchísimo colorido. Se observa en la naturaleza, llena de verdes exuberantes; en el mar de azules y blancos puros o lodosos; en la lámina transparente, prismática, de las lagunas; en la tierra fuerte. Similar población cromática se ve en la gente. La calle repleta de colores vivaces en una dinámica casi surrealista, o más bien mágica, donde podés abstraerte y solo mirar cómo los tejidos se comunican y dan una nueva dimensión a la calle, a las oficinas, a los espacios abiertos.
En una ocasión iba camino a una ciudad en el litoral atlántico -la mítica Uida- y noté que en una moto superpoblada iba una familia. Todas las personas llevaban su ropa exactamente con el mismo tejido, las mismas formas.
-Es un cumpleaños -dijo mi amigo Silvestre, el chofer.
-Es tradición que para los cumpleaños toda la familia se viste igual, con la misma tela.
La Noche de la nostalgia en Uruguay
Estaba hace unos días con mi amiga uruguaya, Raquel Lejtrejer, y entre muchos temas hablamos también de la nostalgia. Recordé una vez que trabajaba en Montevideo y otro querido amigo uruguayo, Fernando Traversa, me dijo: Hoy es la noche de la nostalgia, habrá mucha fiesta, es una importantísima tradición en el Uruguay.
Recuerdo mucho movimiento en la rambla, gente por toda parte celebrando.
Así que le pregunté a Raquel por esa tradición.
Resulta que en Uruguay, desde principios del siglo XX, comenzó una transición al Estado Laico que implicó cambiar los feriados religiosos por otros. Claramente el feriado es feriado y es, contradictoriamente, sagrado. Así que la Semana Santa pasó a ser la Semana del Turismo. Y muchas tradiciones evolucionaron de esa forma. Una de ellas, que es un tema muy arraigado en el alma oriental, es precisamente la nostalgia.
Una radio comenzó a hacer programas de música vieja que recordaban tiempos pasados y, en una sociedad que estaba metida o saliendo del oscuro período de la dictadura, esas emisiones se popularizaron y tomaron un lugar muy importante en el espacio de los recuerdos, las querencias y los deseos de compartir que estuvieron tanto tiempo vetados. Poco a poco, la Noche de la nostalgia pasó de ser un evento aislado para convertirse en una tradición de esas que nos hace pensar en grupos primitivos en la cueva alrededor del fuego, sofisticadas máscaras en carnavales multitudinarios en Venecia o en Oruro o fiestas multicolores de vísperas de independencias en cualquier lugar del mundo.
APARICIONES
A face mais doce do azar
Este libro de Vera Saad lleva por dos caminos que parecen paralelos y terminan siendo sorprendentemente intrincados, determinantes. El contexto de la realidad brasileña con la llegada al poder del olvidable Collor de Melo y la escala cotidiana de un crescendo que discurre de forma lenta y angustiante, para llegar a la catástrofe sabida. Ese contexto, además de apuntar a la memoria obligatoria y necesaria, sirve de espalda, de transporte, a otra realidad, donde unas vidas se decantan, en particular la de Dubianca, una personaje entrañable que lleva puesto su drama íntimo a lo largo de la novela. Nos lleva de la mano por unos escenarios que poco a poco detonan el dolor, la ausencia y el tránsito a las nuevas etapas de una vida que no sabemos por dónde va a fluir.
El contexto histórico llama a la reflexión, en tiempos que se repiten, con la llegada al poder de populistas y autoritarios. El contexto personal convoca la empatía y el cariño.
La verdad sobre la invasión
Fui a la librería cultural panameña con mi pana Jimena Jesús, y encontré viejos LPs y algunas hermosas ediciones de literatura casi olvidada.
Compré esta edición de la verdad sobre la invasión, de Olmedo Beluche. Este libro, además de plantear un enfoque sobre la memoria, para reafirmar hechos que rápidamente serán olvidados, lo hace desde la vivencia más encarnada. Cada tema está sustentado sobre testimonios de quienes sobrevivieron a ese tiempo sangriento y doloroso.
Un libro necesario para entender esta historia y de alguna manera homenajear a quienes tanto sufrieron.
Bueno, me despido desde Puriscal, comiendo chicharrones y tomando café.
Até já.