Intemperie, de Raquel Lejtreger
Entidades móviles, cambiantes, pequeños rectángulos de papel que llueven o flotan, lágrimas, goterones de un aguacero que cae
Quiubole, ¿como anda todo?
El jueves pasado tuve la oportunidad de acompañar a Raquel Lejtreger, junto a Pascal Girot, en la inauguración de la muestra/instalación Intemperies, en el Museo Nacional de Arte y Diseño Contemporáneo. Hace solo unos meses nos habíamos reunido y hablamos de una idea, más bien de un sueño: combinar, alrededor de un tema común, el arte plástica, la música y la poesía.
Con la sorpresa de lo imprevisible que a veces tienen los sueños cuando se les araña desde la raíz, la idea se concretó. La intención de comunicar, imbatible en Raquel, culminó con un invitación del MADC de Costa Rica para que expusiera esa magnífica obra donde la creatividad actúa como una onda portadora a la que se encaraman la solidaridad, la profundidad de los sentimientos, las voces silenciadas, la concepción del espacio como mensajero, entre tantas.
Intemperie ha rondado por el mundo. Estuvo en Uruguay, en Viena, China, y ahora llega a Costa Rica. Hay que tener presente que estará ahí hasta el 14 de octubre. Hay que ir.
El espacio profundo
Empiezo por aquí, quizás por deformación geográfica. Cuando miré por primera vez una foto de esta instalación sentí una ráfaga de aire. Algo en la imagen de un espacio poblado por entidades móviles, cambiantes, pequeños rectángulos de papel que llueven o flotan, lágrimas, goterones de un aguacero que cae en la profundidad de la perspectiva, invitaba a seguir mirando. Cuando supe que eran palabras, voces, imágenes, entendí lo que había sentido.
Hace un par de días, entré al tanque de la vieja fábrica de licores, convertida hoy en albergue temporal para el arte, para este arte que contiene a quienes necesitan del techo irrompible de la justicia. Sonaba en el fondo la música de Pascal Girot, música profunda que tomó el espacio cilíndrico que reptó por entre los hilos donde las palabras escalaban y las imágenes colgantes invitan a los ojos.
Intemperie se tomó el territorio sin fin, la circunferencia que vuelve y vuelve, las alturas que parecían hablarnos de montañas y cielo.
La palabra potente
La instalación está llena de palabras. De palabras que a veces son gritos, a veces lamentos, a veces esperanza. Raquel abre una conexión entre quienes dicen y quienes llegan ahí, por convocatoria o por casualidad. Las palabras llueven y uno siente que no puede parar. La obra invita a zambullirse y nadar, o navegar, entre las imágenes que se van constituyendo, como apariciones que revelan la realidad de la intemperie, del desamparo.
Algunas de las palabras que ella misma agrega presagian lo que se va a encontrar. Raquel, sonora y potente, teje con su voz, habla de “migraciones aluvionales”, instala la visión de que “una casa no es lo mismo que un hogar”, de cuando se pierden “fotos, el carné del hijo, una carta de amor…”
El agua
Raquel construye una posición, con firmeza, con intuición y conocimiento. Habla con vivencia, con la mirada que estuvo al frente, con el oído atento a quienes hablaron. Aparece el agua, como actante que puede ser felicidad o tristeza. Mucha o poca agua, no tiene que ver con la lluvia, no es razón de los meteoros que están arriba en las nubes y se condensan y caen, o no. Esta obra viva, humana como ella dice, habla de las razones del agua, que encuentra suelos impermeables, lluvia que pierde su cita con los árboles, porque en su lugar lo que hay es cemento. Agua que no llega a las bocas sedientas, al torrente de la vida.
y… finalmente, la intemperie
Intemperie. La palabra se vuelve recipiente, cuenca que recibe las frases, los conceptos, los recuerdos. Sabemos de la lluvia repentina que nos cae de pronto. Sabemos de la ausencia de protección, cuando ya no está la cueva que nos viene albergando desde los albores. En esta obra sentimos el cielo que cae encima, miramos la ropa tendida implorando, la casa arrastrada que se lleva esa carta de amor, ese pedacito de foto, la hojita que nos certifica.
Intemperie puede ser, algún día, convocatoria para ver la luna, las nubes pasar, el viento generoso que viene de las cuatro esquinas del mundo que somos, el parchón de estrellas o las centellas que brotan de la ciudad..
Algunos de mis textos en Intemperie
Aquí algunos de los textos que están incorporados en la instalación y que tuve el privilegio de leer:
A los lados de la carretera, los tributarios y drenajes de los ríos están llenos de construcciones, pilas de casas que se hacinan, una contra o sobre la otra, en la falsa solidez que les da el cemento. En algún momento, como siempre, como cada año, el río volverá a bajar por ahí, arrastrando pertenencias y barro, y recuperará su espacio.
Relatórios de viagem: De Port au Prince a Pétion-Ville
Las cifras oficiales dicen mil trescientos dieciséis muertos y mil noventa y siete desaparecidos. Anónimos, sin rostro ni cuerpo muchísimos de ellos, quizás sin conciencia colectiva, sin aviso de que fueran tantos, sin el consuelo de la compañía, murieron uno por uno, una por una. Así se fueron, sin cajas de pino ni llantos particulares porque no había como hacerlo, en una fosa común, porque no había como reconocer a qué masa deforme allá apilada había que despedir.
No fue la lluvia la que barrió con su miseria, fueron todos los años de brutal abandono los que bajaron por los cerros en avalancha, los que se metieron por las calles, arrastrando la basura sin tiempo.
Relatórios de viagem: Haitiando 3: Gonaïves
Sus camellos se han desbocado mientras la leche es agua rancia
que convoca al hambre
y presagia
la seca humedad de los entierros
De “Nostalgia de gaviotas”
El cauce olvidó
la vieja erosión de la corriente la memoria de los ciclos
abandono de rocas y basura
El plástico inundó la membrana del agua y solo cerdos navegan
las viejas avenidas de los peces
Todo huele a desastre
De “El dolor de los canales”
APARICIONES
Tierra Dura, de Ruben Blades. Siempre inspiradora.
Tierra Dura (Etiopia) - Rubén Blades
Bueno, me despido con el alma recargada después de tanta intensidad y belleza.
Gracias a Raquel y Pascal.
Gracias totales, querido Rolo! Fue encuentro mágico de los 3, de nuestras experiencias, de nuestro arte, de nuestra vida y sensibilidades. Tus textos y su lectura generaron un ambiente de intimidad colectiva, de cofradía, que fue un aporte exquisito para ese momento. Un abrazo enorme y gracias también por esta belleza!